"Satiric romance" ~Francisco de Quevedo |
Pues me hacéis casamentero, Ángela de Mondragón, escuchad de vuestro esposo las grandezas y el valor. Él es un Médico honrado, por la gracia del Señor, que tiene muy buenas letras en el cambio y el bolsón. Quien os lo pintó cobarde no lo conoce, y mintió, que ha muerto más hombres vivos que mató el Cid Campeador. En entrando en una casa tiene tal reputación, que luego dicen los niños: «Dios perdone al que murió». Y con ser todos mortales los Médicos, pienso yo que son todos venïales, comparados al Dotor. Al caminante, en los pueblos se le pide información, temiéndole más que a la peste de si le conoce, o no. De Médicos semejantes hace el Rey nuestro Señor: bombardas a sus castillos, mosquetes a su escuadrón. Si a alguno cura, y no muere, piensa que resucitó, y por milagro le ofrece la mortaja y el cordón. Si acaso estando en su casa oye dar algún clamor, tomando papel y tinta escribe: «Ante mí pasó». No se le ha muerto ninguno de los que cura hasta hoy, porque antes que se mueran los mata sin confesión. De envidia de los verdugos maldice al Corregidor, que sobre los ahorcados no le quiere dar pensión. Piensan que es la muerte algunos; otros, viendo su rigor, le llaman el día del juicio, pues es total perdición. No come por engordar, ni por el dulce sabor, sino por matar la hambre, que es matar su inclinación. Por matar mata las luces, y si no le alumbra el sol, como murciégalo vive a la sombra de un rincón. Su mula, aunque no está muerta, no penséis que se escapó, que está matada de suerte que le viene a ser peor. Él, que se ve tan famoso y en tan buena estimación, atento a vuestra belleza, se ha enamorado de vos. No pide le deis más dote de ver que matáis de amor, que en matando de algún modo para en uno sois los dos. Casaos con él, y jamás vïuda tendréis pasión, que nunca la misma muerte se oyó decir que murió. Si lo hacéis, a Dios le ruego que os gocéis con bendición; pero si no, que nos libre de conocer al Dotor. |
Since you've made me matchmaker, Angela of Mondragon, hear now of your husband the valorous and grand. He is an honored Doctor, by grace of our good Lord, who's many goodly letters within his purse and bag. Whoever painted him coward lied -- he knew him not! -- for he has killed more men than Cid el Campeador. On entering a home he is of such a repute, that every child whispers: "God have mercy on the dead." And while they are mortal, the Physicians, I surmise, they are each venial, if your doctor's kept in mind. On walks along the village, they stop him for to question, they fear him more than plague, be he known or stranger. Are there similar doctors with the King our Lord: his catapults for castles, muskets for his guard. Were someone cured, (not killed!), he thinks him dead revived, and for the miracle offers his shroud and cord aside. If standing in his home and hears him some loud clamor, he takes some paper and ink and writes: "By me, 'twas witnessed." Unto today, has died not one of those he cured, for ere they can be dead he kills them sans confession. Such envy for the hangman he curses the magistrate, who beyond those he hangs wishes of no hospice. Think that he's death, do some; others, seeing his malice, name him Judgment Day, since he is total perdition. Nor does he eat for weight, nor for savoring the taste, but just to kill his hunger, thus kill his inclination. To kill he kills the lights, so not him the sun illume, and as the bat he lives inside the corner's gloom. His mule, it is not dead, but think not it escaped, for it is dead of luck which often comes to worse. He, who's seen such fame and s'of such good esteem, is attentive to your beauty, and s'fallen for your grace. He wants of you no dowry; since you have killed by love, and killing of some kind or other has made you two one. Marry with him, and ne'er will you have widow's passion, as never is death itself heard said to e'er have\died. And if you take him, I pray you be pleased and have God's blessing; but if not, then loosen our acquainting with the Doctor. |